Alona Harpaz (Tel Aviv, 1971) mezcla la belleza y lo terrible, pintando figuras humanas que coexisten con monos, lobos, cervatillos, y otros animales salvajes, en una explosión colorida de motivos botánicos. Aplica colores puros de manera exuberante, con gestos fuertes y vibrantes. La elección de los colores debe poco al aspecto natural y más a la propia imaginación, y su paleta subjetiva genera emoción. En sus pinturas, la artista y la bestia existen simultáneamente, la una junta a la otra, como Yadwigha en el "Sueño" y la mujer errante en la "Gitana dormida" del aduanero Henri Rousseau. Como escribe la crítica Elke Buhr, a la belleza se le suma, no sólo lo terrible, sino, también, la política. En una de sus pinturas, Frequency Watchers, la artista se pinta sobre una motocicleta aludiendo al Riot Grrrl, y cómo no, a la banda Bikini Kill. Con Harpaz coexisten, según Buhr, "punk, feminismo y lápiz de labios rosa". Reflejo asimismo de su familia: su padre nació en un Kibbutz y su madre rumana fue bailarina de ballet.
Nicolás Laiz Placeres (Lanzarote, 1975) presenta Nopalia, una nueva serie, en la que, el artista, natural de Canarias -tierra de nopales, planta despojada de toda metafísica, y escenario de la industria asoladora del turismo-, yuxtapone efigies de reminiscencia religiosa y salvaje con elementos muy dispares, que encontramos en las tiendas de souvenirs, y que contribuyen a la imagen representativa tópica canaria: una caracola, un callao, una tunera, un cactus y una botella de agua de plástico. En la sociedad de la superproducción, del exceso, cuando todo, incluida la tierra, es potencialmente un objeto de culto, lo es, anticipadamente, de desecho. Como dice Laiz Placeres: "la relación del ser humano con la Naturaleza en el siglo XXI se presenta como la crónica de una catástrofe anunciada". El artista propone, en nuestro momento -cuando lo sólido y lo sagrado han dejado de serlo-, un reencuentro de lo humano con la naturaleza a través de sus esculturas que funcionan como formas mágicas que, potencialmente, con ilusión, curan el estado actual de las cosas.